La
censura es algo que ha acompañado al ser humano desde que este tiene
uso de razón. Grandes casos han sido los que han pasado a ser
inmortales a lo largo de la historia por su elevada, descarada o
injustificada censura. Muchas veces, revelarse ante una mordaza
impuesta ha sido razón para condenar a una persona. Y es que ignorar
una orden de censura puede desembocar en un fatal trágico. Un
ejemplo claro de esto es lo que le sucedió a Shi Tao, que fue
condenado a estar atrapado en cuatro paredes durante 10 años por,
según cuentan, ignorar “equivocadamente” la censura impuesta por
la República Popular China sobre la masacre de Tiananmen. Pero la
censura impuesta por los poderosos no es la única que puede llegar a
causar dolor y desazón. Bien es cierto que este tipo es el más
extendido, ya que los poderosos tienen demasiados tapujos a la hora
de que se conozca la verdad en su totalidad.

Si
un poderoso nos prohíbe conocer toda la verdad a cerca de un
determinado asunto es molesto. Pero es ignorado, ya que si alguien
con los medios suficientes como para esconder cierta información del
resto del mundo es capaz de conseguirlo, tú simplemente no sabes de
la existencia de dicha información. Por lo que: ojos que no ven...
Sin embargo, la autocensura implica que te estas reservando algo que
sabes, algo que sientes, algo que piensas. Y eso a veces es bueno.
Probablemente el callarte un comentario a ciertas personas sensibles
o bajas de autoestima es lo correcto. Incluso, evitar una discusión
y mordemos la lengua con disgusto es lo que mandan los canones.
Evitar
problemas, abortar discusiones... Como ya he dicho, son resultados
positivos, cuanto más, de la autocensura. No obstante, no debemos
caer en la falsa idea de que el silencio autoimpuesto es siempre lo
apropiado. Y es que, como todo en la vida, debe existir cierta
paridad, cierta compensación. En este punto es importante señalar
que cada persona debe colocar el límite de lo censurado y lo no
censurado donde le plazca. Llegamos a la conclusión de que la
censura, bien impuesta por otros o por uno mismo, es algo
ultra-subjetivo (es decir, depende de cada persona en particular).

Revisados
ya varios tipos de censura como lo son la impuesta por los poderosos,
la autocensura, la censura en videojuegos, cómics, dibujos animados,
películas..., y la censura en los medios de comunicación, nos cabe
preguntarnos: ¿Existe algún otro tipo de censura? La respuesta es
sí. Pero no me permiten hablar de ella en este blog. Ciao.
P.D.:
Si todos fuésemos un poco más George R.R. Martin y un poco menos
TVE, la vida sería mucho menos aburrida y censurada.
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